QUÉ SE HIZO PRIMERO: ¿LA MÚSICA O EL LENGUAJE?
La curiosidad por conocer el inicio del mundo que hoy conocemos es algo inherente a la naturaleza humana. Esta curiosidad se alimenta de la dificultad que este hecho entraña. Tenemos muy pocos datos (si no ninguno) acerca de cómo se ha originado lo que nos rodea, incluyéndonos a nosotros mismos. La tendencia al antropocentrismo ha dirigido una gran cantidad de estudios hacia nuestro propio conocimiento, lo cual incluye el lenguaje y sus orígenes, como característica única de la especie humana y comienzo de diferenciación del resto de los animales, respectivamente.
El lenguaje ha
supuesto un rasgo fundamental en el desarrollo posterior del cerebro. El paso
evolutivo hacia el bipedismo constituyó la base para el desarrollo del encéfalo
humano. La manipulación y elaboración de herramientas fue para los homínidos un
impulso para el perfeccionamiento de las habilidades motoras. Estas nuevas
habilidades requerían una mayor superficie cerebral que las controlase. Además,
el hecho de que el ser humano sea un animal sociable hizo necesario un sistema
primitivo de comunicación, que incluye la transmisión de las nuevas destrezas
adquiridas de una generación a la siguiente. De este modo, el cerebro humano
fue alcanzando la complejidad que hoy en día conocemos, retroalimentada
positivamente por un lenguaje y unas habilidades cada vez más complejas. Dentro
de este marco, debemos encajar el inicio de la música. Se piensa que ésta
surgió, al menos, hace unos 40.000 años, si no antes, hipótesis basada en el
descubrimiento de instrumentos prehistóricos hechos de huesos (sobre todo,
flautas) hallados en algunos yacimientos arqueológicos. La madera u otros
materiales son más fáciles de tallar, si bien su conservación a lo largo de los
años es más efímera, por lo que se postula que debieron construirse más tipos
de instrumentos, a parte de las flautas de hueso, que no han llegado hasta la
actualidad. También se deben tener en cuenta la gran cantidad de objetos que se
han hallado y de los cuales se desconoce su utilidad real, que podría estar en
ocasiones relacionada con la música.
Aún habiéndose
perdido parte de los restos de posibles instrumentos prehistóricos, una de las
ventajas del estudio del origen de la música es que estos restos son más
fácilmente conservables que los del lenguaje. Quizá, por ello, se tiende a
pensar que la capacidad musical ha precedido a la lingüística. Se tiene una
rica colección de instrumentos musicales que datan de hace unos 35.000 años o
más. Por el contrario, el inicio del lenguaje sólo se puede
deducir de los documentos escritos, sin poder situar la tradición oral en la
escala de tiempo. Si bien es cierto que tampoco podemos situar en el tiempo los
inicios de la música vocal, ya que ni la música vocal ni las estructuras de
tejido blando que la permiten fosilizan. Por tanto, en este aspecto, nos
encontramos frente a un vacío similar al del lenguaje hablado. El único
indicador “fosilizable” de estas destrezas es el alargamiento del canal
vertebral torácico como resultado de un mejor control de la respiración.
MacLarnon y Hewitt encontraron que el Homo erectus (u Homo ergaster) tenía una cavidad vertebral torácica similar a la de
los chimpancés o los homínidos más primitivos, mientras que los Neandertales
poseían rasgos más parecidos a los del hombre actual. Aunque estos autores
consideran esos rasgos únicamente para el habla, podemos inferir lo mismo para
el caso de la música. Johan Sundberg ha argumentado al respecto que la música
requiere las mismas capacidades respiratorias que el habla. Si bien esto no es
del todo cierto, pues el control del tono y la amplitud requerido durante la canción
precisa del uso de todos los músculos principales de la respiración (los
músculos intercostales, los abdominales y el diafragma), mientras que el habla
sólo necesita el uso de los intercostales. Un incremento el control fino de la
respiración parece ser más importante para cantar que para hablar. Estos datos
son, por ello, consistentes con la hipótesis de que la canción se desarrolló
antes o simultáneamente al habla.
Según Darwin
(y posteriormente otros autores) (Fitch, 2006; Mithen, 2005; Botha, 2008) previo al lenguaje tal y como lo conocemos hoy, existió
un sistema de comunicación “musical” o “protolenguaje”, precursor del primero,
que constituyó un rasgo adaptativo sujeto, por tanto, a la selección natural.
La música, en el reino animal, sirve para la elección de pareja y se ha
comprobado que tiene la capacidad de crear cohesión entre grupos sociales.
Aunque también podemos considerar que la música no sería un rasgo especialmente
seleccionable, debido a que requiere un alto gasto de energía y podrían atraer
a posibles depredadores. A este respecto existen muchas otras hipótesis acerca
de los orígenes de la música y el lenguaje. Algunas apuntan al hecho de que la
música podría derivar del lenguaje y que, la selección positiva de este último,
ha conducido a algo similar en cuanto al canto. Otros autores señalan, en
cambio, que para este tipo de selección, la música debería compartir la misma
vía cerebral que el lenguaje, lo cual no está aún claramente establecido. La
disociación entre enfermedades que afectan a la capacidad lingüística y no a la
musical (afasia vs amusia) o viceversa, apoyan la teoría de que estas vías no
están tan compartidas (Fitch, 2006). Acerca de este tema se hablará en el
siguiente post.
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